Mel Ömana es una artista de pies a cabeza que presenta una macedonia de estilos con flow canario (concretamente de Gran Canaria) y múltiples influencias, entre ellas las del folclore cubano o la música urbana africana, a raíz de sendos viajes a Portugal y Cuba. Una historia de superación a través de la música que le ha llevado a hacerse un hueco en la escena con su versatilidad, su proyecto Eat Papaya y una frescura musical que inundará el Festival El Zoco 2021 el próximo 5 de junio.

¿De dónde viene tu interés por la música?

Yo creo que casi que vino implícito en mi nombre, que me llamo Melodía. Y quitando eso anecdótico mi padre era músico, mi madre poetisa y lo “mamaba” todo el rato en mi día a día.

¿Cómo fueron los inicios?

Pues empiezo en el cole, me presento a cositas, entras en contacto con el ‘faranduleo’, que a mí me flipa… Además yo sufría bullying y la música me sirvió para conectar con los demás, expresarme a través de ella y generar un sentimiento de pertenencia con los demás a través del arte. Crecí con ello.

En 2007 iniciaste tu carrera musical. ¿Cuándo empezaste con tus primeros conciertos?

Entre los 15 y los 21 años tocaba en la calle, ganaba dinero poniendo el forro de la guitarra, tuve mis primeras bandas de punk, de reggae, de soul, de jazz y de funky, con las que toqué en varios locales de Gran Canaria. Era un hobby pero ganaba mis dinerillos hasta que en 2007 empecé a subir vídeos a Facebook con el ukelele y se viralizaron muchos.

¿Lo compaginabas con los estudios?

Sí. Es más estudié dos carreras, Educación Social y Geografía Humana Feminista. Hubo un momento de mi vida en el que me dicen lo típico: “El arte es hippie y bohemio, mejor métete en una carrera”. Así que casi que por responder a lo que la sociedad espera de ti me meto en estas carreras.

“Mel Ömana como artista se consagra en los palcos de Lisboa”

 

Sufriste ansiedad y por ello decides irte a Cuba. ¿Por qué tomas esta decisión?

Pues a raíz de que se viralizaran varios vídeos míos, la gente empezó a comentarme, me agobió y me superó tanta exposición, además coincide que salgo de una relación tóxica y fallece un amigo. Necesitaba un cambio de aires y mi hermano conocía bastante el país porque viajaba con asiduidad por trabajo. Me voy con él y allí conecto un montón con el folclore  y es cuando digo: realmente lo que quiero es ser artista. Vuelvo con otro chip y me voy a Lisboa con la idea de apostar todo por la música.

¿Por qué elegiste Cuba y qué te enseñó ese año?

Pues porque soy caliente, sonera, muy tierra, muy “volcanosa” y mi hermano siempre llegaba con un hype tremendo y hablando maravillas. En realidad fui aprovechando el paraguas de ir con alguien que conocía Cuba perfecto, pero una vez allí el país te atrapa. En cuanto a enseñanzas aprendí valores como el de familia, el de todos por todos, un concepto bastante feminista de la sociedad y lo artistas que son en todos los ámbitos. A mí me pegó un “patadón” de humildad y siempre estaré agradecida al pueblo cubano.

¿Y Portugal?

Pues, a pesar de que estuve en Lisboa, que es una ciudad bastante europeizada, conecto con lo urbano con las colonias portuguesas como Angola. Fue muy guapo, me fui sola a un país con otro idioma, me regresó la ansiedad y ataques de pánico, pero salí de todo eso. Fue muy guay “buscarme las papas” y entrar en las jam sessions formando un grupo de colegas increíble. Allí es donde realmente se consagra Mel Ömana, en los palcos de Lisboa.

¿Sale de esa experiencia tu nombre artístico?

No. Fue antes porque en Facebook no quería poner mi nombre y apellido real, así que hice el juego de palabras porque siempre me he considerado muy melómana. Fue sin querer, luego se viralizaron los vídeos y se convirtió en mi aka.

¿Qué influencias tienes como artista?

Múltiples. Pueden partir desde el mejor rapero del mundo, que para mí es Hector Lavoe, te puedo soltar una Rocío Durcal, unas Spice Girls, Bloques, Busta Rhymes o Gardel. Prácticamente en todos los géneros porque soy bastante friki de la música.

“Me considero una artista ecléctica”

 

¿Te etiquetarías con algún género musical?

Para nada. Creo que soy una artista ecléctica porque hago la música que me pinta y que la industria marca. Porque al final es absurdo separarse de ella si quieres ganar dinero y vivir de esto. Intento hacer lo mainstream mezclándolo con ritmos que me gustan. A veces hago cosas 0 mainstream como un concierto de cabaret que hice la semana pasada, pero al final es importante estar atenta a los charts y lo que se escucha. Si se pone de moda el punk rock me voy adaptar sin problema.

¿Tu objetivo es ser mainstream?

Mainstream no es lo que hay que hacer, pero es lo que yo quiero hacer. Es más, muchos de mis referentes musicales no lo son. Son fórmulas específicas del mundo de la música. Quien no quiera serlo que no lo haga porque no será fiel a sí mismo.

¿Qué opinas del boom de los artistas canarios?

Era algo inevitable poner la mirada en Canarias. Siempre hemos sido una cuna artística y un laboratorio artístico. Lo que pasa es que la música ahora de manera cíclica está cobrando mucho poder a nivel mundial por las tecnologías, redes sociales nuevas plataformas, etc. Esto hace que cada vez sea más fácil cruzar el Atlántico y llegar a más lugares.

Uno de tus proyectos más grandes ha sido Eat Papaya con un estilo de latin rap. ¿Cómo lo definirías?

Diría que es una declaración de intenciones autobiográfica, pero que todo el mundo que haya vivido una relación tóxica se puede sentir identificado. En resumen sería: me han hecho daño, pero lo superé y, a pesar de que hable mucho de la papaya o de la mujer, no es una música hecha para la mujer. Me siento muy orgullosa de que haya hombres que se identifican con mi música.

¿El estilo del proyecto dirías que es latin rap?

Es el concepto sí. No me considero rapera, aunque escuche mucho hip hop y respete mucho ese mundo, pero el latin rap me permitió empoderarme musicalmente y expresar esa rabia de forma bonita.

“Festivales como El Zoco son necesarios para la cultura”

 

¿Cómo te ha afectado la pandemia?

La pandemia ha afectado a nivel bueno o malo depende del ámbito. Yo siempre pensaba que necesitaba un estímulo externo para escribir, luego te das cuenta que el arte es ilimitado. Es algo que me ha enseñado esta época. A nivel artístico teníamos una gira que se vino abajo, pero enfocamos toda la energía en otra cosa: me creé programas en Instagram, hice el primer festival online en Canarias, que se llamaba El Teléfono Fest, hice un programa de entrevistas a artistas internacionales, a finales de años me fui a Barcelona a grabar un documental para Netflix y de los primeros conciertos que se hicieron en Gran Canaria estaba yo allí. No hemos parado, a pesar de todo y, por ello, también le saco una mirada positiva.

¿Qué opinas de una propuesta como Festival El Zoco?

Me encanta. Maravilloso y necesario para la cultura. Por fin en Tenerife se empieza a agitar la movida, porque en Gran Canaria ya he visto un circuito dentro de los bares, de las terrazas, que le estaba dando cierto soporte a los artistas. Estoy encantada que hayan contado conmigo.

¿Qué podemos esperar de tu actuación el 5 de junio en el Andana Beach Club?

Voy a sorprender. Lo primero que se van a encontrar es el primer concierto con banda de Mel Ömana y eso es un “pasadote”. Después de haber pasado el single de Eat Papaya, presentar el primer formato banda es algo increíble. Se van a encontrar a la Mel artista que se proyectaba a principios de 2020.

Defínete en tres palabras.

Autodeterminante, honesta y exigente

¿Cuáles son tus futuros proyectos?

Pues tenemos el Phe Festival por delante y más festivales, ahora firmé con Universal la distribución del proyecto Mistura, mi primer disco… Se vienen otros sonidos y cosas muy guapas.